TERAPIA INDIVIDUAL

enfocada en las relaciones

Programa reconécta-te

El mayor dolor que he sentido en mi vida ha sido tras una ruptura sentimental.

¿Alguna vez te has sentido herida, devastada o hundida en una relación, o tras una ruptura?

 

¿Te sientes rechazada o abandonada? ¿Sientes que no puedes vivir sin esa persona? ¿O que tu vida sin esa ella será miserable? ¿Que siempre estarás sola? O quizás ¿sientes que siempre estás haciendo “esfuerzos” para que tus relaciones funcionen, y estás cansada de no poder encontrar a tu persona ideal y de no poder soltar a quienes no lo son?

 

Entonces, bienvenida. Estás en el lugar adecuado, y lo que te voy a contar te interesará.

Muy probablemente te encuentres ante un momento vital sanador, ante una puerta que te llevará a un “despertar” vital.

Sí, entiendo que esto que te cuento puede parecer una locura sin sentido, pero de verdad, sigue leyendo si quieres saber cómo convertir este momento vital tan doloroso y traumático en una experiencia sanadora.

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Hola. Me llamo Patricia y he vivido el dolor más intenso de mi vida a raíz de una relación sentimental

(bueno, en realidad de dos).

Me considero una persona autónoma, inteligente, con intereses y aficiones. Soy una persona capaz, con recursos, con una familia y una vida social rica y nutritiva. He viajado y vivido desde los 14 años sola, cuando dejé mi casa para estudiar fuera de España. Perdí a mi padre en la adolescencia, mientras estudiaba psicología. Aun así, me gradué en Reino Unido con honores, y enseguida enlacé mis estudios de licenciatura con una especialización y el doctorado. Trabajé de investigadora y como profesora en dos universidades, una nacional y otra internacional. Soy una persona alegre, optimista y empática. Una persona normal, con cientos de fallos y cientos de virtudes, como todo el mundo. Tengo buenos amigos, una pareja, dos hijas…

 

En definitiva, me considero una persona con recursos, capaz, independiente.

Y aun así, me he roto por dentro, he sufrido, llorado, y vivido el dolor más intenso de mi vida cuando mis parejas decidían terminar la relación.

Voy a mostrarte cómo una ruptura, divorcio o relación sentimental tortuosa puede transformarte y por tanto transformar tu vida.

Cuando tenía 18 años me enamoré profundamente de un chico de mi edad. Comencé una relación con esta persona y todo parecía ir viento en popa. Nos lo pasábamos súper bien, reíamos, hacíamos planes de presente y futuro juntos…

Meses después, un día cualquiera, me confesó que, semanas antes, me había sido infiel con una chica. Me lo contaba entonces porque la culpa le reconcomía por dentro. 

Mi mundo se vino abajo. No me lo podía creer. Mi inocencia de niña desapareció en un abrir y cerrar de ojos, dejando un doloroso hueco que llenaría con incredulidad, dolor, resquemor, y sobre todo, con desconfianza.

Esta experiencia resultó tremendamente traumática para mí. Activó un mecanismo interno hasta entonces inexistente (o al menos, muy bien escondido) basado en la herida de traición y abandono. 

Lo que en principio parecía una relación de pareja idílica, romántica, serena, divertida…se convirtió en una relación basada en la desconfianza, el control, las mentiras y las agresiones emocionales. En definitiva, pasó de ser una relación “perfecta” a una relación tóxica.

Tras dos años de idas y venidas, y de “arrastrarme” detrás de una persona que, claramente, ya no quería estar conmigo, nos separamos.

Esa separación, lejos de otorgarme un lugar de paz interior tras muchos meses de sufrimiento intenso, no supuso más que el principio (o la continuación) de uno de los periodos más duros de mi vida. 

No podía dejar de llorar a todas horas, y estar sola se me hacía un mundo. Estaba cursando el primer año de universidad, y todo lo que hacía era llorar o pensar en él. Casi a diario tenía pesadillas por las noches. Me despertaba llorando o muy asustada, y, al despertar, me invadía la desesperación de que mi malestar interior en la vigilia era aun peor que en mis pesadillas. Estaba triste, muy triste, y mi vida se veía a veces de un color opaco y oscuro.

 

¿Y qué pasó?

 

Tras esta relación vinieron otras con sus altos y sus bajos. No volví a enamorarme hasta muchos años después, pero a veces, y a pesar de no sentirme enamorada, y de saber que esas relaciones no llegarían nunca a nada estable o “serio”, de vez en cuando, me “enganchaba” otra vez a un chico, y repetía exactamente el mismo patrón que había repetido con mi primera pareja. Llegaba la desesperación, la sensación de morirme, las taquicardias, el llanto incesante, el no poder dormir…me sentía profundamente desolada y abandonada. Por fortuna o por desgracia, estos episodios se repitieron más bien poco, y duraban tan solo días o pocas semanas, así que mi vida siguió “en autómatico”… hasta que un buen día, como era obvio,  me volví a romper.

 

Corría mediados del año 2019. Estaba en una etapa de euforia personal. Mis dos peques ya tenían una edad “manejable”, en comparación con la etapa de bebés,  yo estaba embarcada en un proyecto precioso sobre maternidad y con muchas ganas de trabajar, tras varios años de crianza prácticamente en exclusividad. Mi cuerpo poco a poco volvía a ser el de antes, me reconocía de nuevo en muchos sentidos, y, en definitiva, volvía a sentir que estaba del vuelta en el mundo adulto, más allá del mundo “mamá”. Estaba pletórica. Me sentía poderosa, sexy, enamorada, creativa, sensible…(Cuando meses y años antes verdaderamente creí que el único propósito que el universo me había confiado, secretamente, y sin avisar, era el de ser madre, y ya poco más me quedaba por hacer).  

 

Tras este periodo de euforia, y sin avisar, en diciembre del 2019 comenzó la bajada a los infiernos. 

No me extenderé en los porqués, pero el caso es que yo, de nuevo, volví a romperme. Esta vez durante muchos meses, y de forma intensísima. La ansiedad se apoderó de mí. Me acostaba respirar durante el día, y no podía dormir por las noches. Volvieron los sueños desasosegantes y las pesadillas. Volvía a despertarme asustada. Me costaba levantarme de la cama, y realizar cualquier tarea de la casa, u ocuparme de mis pequeñas. Para más inri, llegó la pandemia, y ya todo en mi interior se convirtió en una nube gris de tedio y esfuerzo por, básicamente, sobrevivir. Lloraba y lloraba, día y noche, durante horas, hasta que mi cuerpo agotado se dormía o se “secaba”. Mi sensación interna pasó poco a poco de tristeza extenuante a dolor emocional profundo e incapacitante. Además, empecé a “morir” en mi interior: ya no disfrutaba de nada. Ni de las sonrisa de mis hijas, ni de sus juegos. Dejé de “querer” a mi marido, y me dejó de importar absolutamente todo: no podía preocuparme de mi familia, ni de mis amigos. Dejé todo los grupos de whatsapps. El estado de pandemia que vivíamos me la traía al pairo. Ni leía periódicos, ni veía la TV, ni redes sociales. No me importaba lo más mínimo, en absoluto. Vivía en un estado de muerte interior atrapada en un cuerpo físico que seguía vivo. Era la muerte en vida. Quería morirme, pero no podía hacerle eso a mis hijas, así que fantaseaba con las posibilidades de caer enferma terminal, o de un infarto al corazón.

 

Ahora, visto con perspectiva, estoy segura de que, de haber acudido a la psiquiatría tradicional por aquella época, habría sido diagnosticada, sin duda alguna, de episodio depresivo, o, directamente, de trastorno bipolar. 

 

A un nivel más físico he de decir que mi corazón, literamente, se rompió. Empecé a tener taquicardias y arritmias. De repente se paraba, aunque nunca del todo.

Había noches en las que me metía a la cama y me dolía tanto el alma que pensaba que me moriría mientras dormía. Tal cual.

Mi piel también se reveló , y expresaba la rabia y el duelo que quizás no estaba sabiendo expresar con el llanto. Empecé a sufrir de “rosácea”, una afección cutánea que hace que la piel enrojezca y pique de forma intensa. Mi cara era pura ira.

Mis hormonas y mi sistema nervioso enloquecieron. Pasé de una temporada vital donde me encontraba “en las nubes” (de hecho recuerdo a mi terapeuta aquel septiembre anterior que, tras testarme, sorprendida, me dijo que estaba “como con las hormonas de una quinceañera”) a un estado neuroquímico donde el cortisol conducía mis emociones y mi vida entera. 

 

Y entonces, cuando ya había tocado fondo, cuando ya me había instalado en los infiernos, decidí a un nivel muy profundo que ya era hora de salir de ahí. No a corto plazo, no. Salir de ahí de forma integral, profunda. Entender e integrar lo que me había pasado. El origen, la semilla de mi sufrimiento. Entenderla, desmenuzarla, investigarla, aceptarla, integrarla, ¡amarla!

Si te sientes “enganchada”, si no puedes “dejar ir”, si estás padeciendo un dolor insoportable y quieres dar, por fin, un paso DEFINITIVO…sigue leyendo…

Quizás mi relato te parezca una locura, pero si estás leyendo esto, estoy segura de que te sientes identificada. Quizás sigues enganchada a tu ex, o quizás has volado medio mundo para darte cuenta de que estás enamorada de una persona sumamente tóxica. Nadie  te entiende, tus familiares y amigos se preguntan qué coño sigues haciendo ahí, y lo peor de todo es que, en el fondo, sabes que tienen razón.

Lo que no entienden es que…

ALGO MUY PROFUNDO, CON LA POTENCIA DE UN ENORME IMÁN, TE SIGUE ATRAYENDO HACIA ESTA RELACIÓN, Y NO SABES COMO SOLTAR.

Nuestro cuerpo habla, incluso si no estamos escuchando, y hay diversas señales que nos hacen saber que estamos en modo “supervivencia”o crisis:

  • Pérdida o ganancia significativa de peso 
  • Problemas de piel
  • Cansancio extremo
  • Insomnio
  • Pesadillas
  • Pensamientos obsesivos
  • Llanto incesante
  • Ansiedad permanente
  • Pensamientos obsesivos incesantes sobre esa persona y vuestra relación
  • Soñar con esa persona constantemente

Tras años de vivir “en automático”, de caer en los mismos patrones, de repetir las mismas dinámicas en mis relaciones, por fin puse un punto y seguido en mi vida. Estudié, me formé, hice terapia e integré desde numerosas perspectivas lo que me estaba pasando.

Y a partir de esta experiencia, y apoyada en mis años de formación y trabajo con pacientes, creé este programa especialmente diseñado para ti, que te ayudará si te sientes:

-Perdida

-Sola

-Con el corazón roto

-Sin saber cómo manejar tus emociones

-Con miedo porque piensas que nunca podrás superar una ruptura

-Desesperada por volver con tu ex

-Harta de tener relaciones tóxicas o atraer siempre a personas narcisistas

-Si sientes que has llegado a un momento de transformación total y conseguir las relaciones que realmente  mereces.

PROGRAMA INTENSIVO RECONECTA-TE: PARA SUPERAR UNA RUPTURA O DEJAR DE SUFRIR EN TUS RELACIONES

  • Incluye:

    • 12 sesiones individuales, estructuradas y pensadas especialmente para ti.
    • 12 sesiones de trabajo en grupo.
    • Contenido exclusivo en la nube, donde trabajarás en la escuela semanalmente.
    • REGALO de un ebook sobre relaciones conscientes y plenas.
    • REGALO de un ebook de ejercicios.

     

¡SÓLO 8 PLAZAS DURANTE EL MES DE MARZO!
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Y si no estás preparada para transformar tu vida a través de este programa, pero quieres
dar un primer paso, puedes reservar una sesión individual conmigo.